Abril 24 de 2021
Querido amigo Aurelio:
Ante todo te doy un abrazo muy apretado por la publicación de dos
libros recientes sobre tu obra y sobre la rica trayectoria de tu vida.
No he leído aún el libro de Gayol, pero sí el de Santí, que como
podíamos esperar de él, resultó un libro brillante, con aportes que
desbordan tu persona y cubren una buena parte en la cultura cubana del
siglo XX. Entre esos aportes está la definición de los creadores que
representaron distintas tendencias de la renovación musical en nuestro
país, y quedan perfectamente argumentadas las legítimas y las
“ilegítimas” tendencias en que ellos se situaron. Los argumentos
sobre unos y otros están tan nítidamente expuestos, que pueden ser
comprendidos incluso por personas ajenas a la música.
Contribuye a realzar los valores estéticos de ese libro el uso de conceptos musicales que en los subtítulos anuncian y caracterizan su contenido, como “Obertura”, “Andante”, “Maestoso”…
Entre los capítulos más brillantes y trascendentales de este libro está el que desarrollan ustedes dos bajo el precioso subtítulo de “Conversación de Verano”, tan lleno de sugerencias que asombran al lector al verlas en una exposición tan bien argumentada. Aquí, de la manera más amena y clara, se mezclan la autobiografía tuya, Aurelio; la historia de la música y de la cultura en La Habana durante una porción importante del siglo XX, envueltas en aspectos de la historia de Cuba. Este espléndido conjunto que pasa ante los ojos del lector desbordante de elementos que lo nutren, está presidido por una filosofía consecuente con tu vida y tu obra, querido amigo Aurelio, y forman una unidad conceptual y estilística sin claudicaciones. Es admirable tu originalidad, profundidad y extensión en el pensamiento que proyectas; lo que expones no escapa en ningún momento a tu valentía y sinceridad, virtudes éticas que te caracterizan. Todo en este capítulo revela tu profundísima cultura, tu altísimo nivel conceptual, que encontraron en Santí una contraparte llena de dignidad intelectual, relieve en las exposiciones y excelente comprensión de tu vida, tu obra y tus actitudes.
Es admirable cómo tú y Santí fueron más allá de la cultura cubana en el siglo XX y se adentraron a la cultura del mundo. Así, el paralelismo entre las vidas y las personalidades de Wagner y Verdi es de una profundidad formidable, y tan abarcador que muestra no sólo las actitudes de cada uno de ellos ante la existencia, sino sus limitaciones humanas, sus grandezas artísticas, el relieve de sus aportes, que engrandecieron la música de su tiempo y sembraron caminos para el futuro. Se ven en ese paralelo las semejanzas y las diferencias entre los dos, y cubre incluso el panorama político en que ambos vivieron, con las fragmentaciones territoriales y pre-estatales, el medio cultural de cada uno, el sentimiento nacionalista11 que tenían en común, cada uno en su respectiva región geográfica e histórica y que cubrió el anhelo de unificación que culminaría en las naciones de Alemania e Italia. Aparecen en ese paralelismo como complemento del riquísimo panorama evocado, las divergencias entre ambos creadores en sus perspectivas artísticas y su ideología: la de Wagner, según ustedes, un revolucionario en su música; la de Verdi, un tradicionalista muy cultivado, y ustedes mostraron también el acento preferencial que cada uno dio a su perfil creativo: Wagner en la música instrumental alemana, y Verdi en la vocal italiana. Todo en esta comparación desborda precisión y grandeza, al punto de lograr definiciones humanas y estéticas en las metas que se fijó cada uno: Wagner, porque quiso usar la música como medio para hacer el mundo más poderoso, y Verdi, vertió su genio en temas cotidianos, a la manera en que Tchaikovsky declaró a León Tolstoi cuando tocó el piano para él, su preferencia por los argumentos parecidos a la vida, como en “Eugenio Oneguin”. Me permito añadir en apoyo a esta id helloea de ustedes, que Verdi no escogió para el libreto literario de “Rigoletto”, “Hernani”, de Víctor Hugo, que revolucionó el teatro francés y dividió su público, sino “El Rey se Divierte”, del propio Hugo, que siguió los cánones de la corriente romántica tradicional. Se elogia and en este paralelo el mecanismo de sublimación de Wagner, al haber convertido los actos negativos en su vida, como los sufrimientos que le creó a Cósima Listz, en grandeza musical. Se señala una gran diferencia en las actitudes de cada uno de estos dos creadores hacia el otro: Wagner, que ignoró el genio de Verdi; y Verdí que nunca ocultó su admiración por el otro.
Este libro es enriquecedor no solamente para los eruditos en música, sino para las personas cuyos conocimientos musicales son escasos, entre las cuales me señalo a mí misma. Este libro magnífico es una joya dentro de la cultura cubana,, y cumple plenamente su misión de habernos dado tantos conocimientos nuevos a los lectores, expuestos todos con una nitidez que debemos agradecerles.
Gracias, Aurelio, por este regalo fabuloso que me enviaste, gracias también por haberme recordado entre las personas que iban a recibir esta dádiva tuya formidable, y por la dedicatoria tan matizada de cariño.
Le hablé a Rosa Leonor Whitmarsh sobre este libro, y quedó encantada con el contenido que tuve el honor de transmitirle. Antes de despedirme de ti hoy, recuerdo a Sarita, tu primera esposa, siempre tan gentil, tan fina, tan dadora, tan privilegiada en el don que supo regalar a los otros a manos llenas, y que fue su brillante inteligencia emocional.
Te ruego felicitar a Santí de mi parte, y decirle a Ana María, cuánto valoro la intervención que ella tuvo en este logro tuyo y. de Enrico, al escucharte y acompañarte en tu realización desde su altura conceptual y su erudición en música.
Para ti otro inmenso abrazo desde aquella cena en tu casa, donde te conocí hace veintiséis años, y por todas las veces que me acompañaste generosamente en cada ocasión que fui a Los Ángeles, mi ciudad tan amada, en la que tantas veces me acompañaron las siluetas de mis personajes. Eres parte importante de mi vida desde entonces, y lo serás siempre.
Josefina Leyva